Vendo biografía

Vendo biografía


Mientras escucho a Jeanne Moreau interpretando Each man kills the thing he loves, pienso que hace tiempo, mucho tiempo; -valga o no la redundancia- que no puedo escribir un poema decente. Y me planteo si de veras alguna vez escribí un poema decente. Y la verdad que aquello no me preocupa ya que fundamentalmente escribo para mí, y yo verdaderamente soy un tipo indecente. En el mal y buen sentido del término. Tampoco quisiera ser un maldito en el buen o mal sentido del término, o ser tratado como maldito, aunque la maldición, que es otra cosa, se instaló en mí en el momento exacto de nacer. Nacido de una madre casi conocida y de un padre desconocido, es lo que hay. Pero volvamos a lo nuestro, acabo de decir que hace tiempo que no puedo escribir un poema decente y que de verdad aquello no me preocupa. Pero es necesario hacer algo con La Literatura. Quiero hacer algo con La Literatura. Por de pronto se me ocurre algo. Ante tanto escritor famoso por a, b, o c motivo. Quiero proponer algo. Quisiera vender mi biografía. Vendérselo a un escritor famoso que por a, b, o c, motivo carece de una contundente biografía que tanto aman los lectores. Y que en el momento de la solapa no tienen nada que ofrecer. Aquellos a los cuales nunca les pasó nada. Aquellos que en su puta vida nunca les pasó una puta cosa. Que su vida fue miel sobre hojuelas. Que estudió en colegio caro. Que sacó una carrera universitaria. Que se casó con la chica que amaba. La rubia de la infancia. Que en su primera novela vendió 100.000 ejemplares y en la última 1.000.000. Que obtuvo la beca Guggenheim jovencísimo. Que fue traducido a 40 idiomas y 25 dialectos. Que tiene cinco hijos maravillosos. Una pasantía en la Columbia University y que al momento de escribir mi preposición ha publicado 33 obras. A un tipo así le vendo mi biografía. En donde encontrará a un bebé abandonado a los dos meses. Historias de fútbol, prostíbulos, cárcel, miseria, sexo, abandonos múltiples, robos, hambre, locura, alcohol, droga, tríos, cuartetos, mentira, engaños, enfermedades, soledad, desidia, naufragios, operación de amígdalas, hoteles de mala muerte, borracheras, periodos místicos, carreras de caballos, angustia, desolación, circo, vendedor de loterías, trabajador en una fábrica de plástico, trabajando de minero en la Mina de Río Turbio, de almacenero, de relaciones públicas, de otras relaciones, casado-separado, vuelto a casar vuelto a separar, vuelto a casar, vuelto a separar, verdulero, expendedor de farmacia, vendedor de libros, de obrero en la construcción, y de vivir en la Patagonia, otra profesión. Ya que con esto de "la literatura" no voy a llegar muy lejos y que hace tiempo no puedo escribir un poema decente, vendo mi biografía. No quiero dinero. No. Sólo un poquito de tranquilidad, de buen pasar, de estar una semana contemplando el cielo raso. Riéndome de todas las minas que me cogí con ésto de La Literatura. Amén.

3 comentarios:

a veces pasa...

El mucho cojer es un premio que da Dios a los aptos para cojer, prestándole especial atención al polvo patagónico.
En mi caso el cojer fue una melancolía rara producto de una crianza entre gallegos de montaña, colocados en terrazas. Me gustaban las mujeres pero medio mundo me quería romper el culo. Yo cuide el culo como lo cuida cualquier rey de los pelotudos y llegué a viejo con el orto intacto.
Entonces, paradojas que da el tiempo, el culo se me partió por cagar duro, se hizo mierda, se fisuró por unos soretes que de una salieron petrificados los hijos de puta. Experiencia no buscada, pero fuerte. Maestros deste mundo me aconsejaron: "¡Ojo con el culo!", y fuí a ver a un par de proctólogos, que sin plantear cirujías, me recomendaron alivianar la dieta, no ser tan bestia con mis ingestiones sociales. Me trataron con mucha consideración, como si yo fuera un caso digno de atención, vieron en mi decúbito dorsal, un orto no usual.
Yo me pasé la vida siguiendo los consejos de Henry Miller: al fulano le gustaba excretar y se oponía a que le metieran objetos por el culo, presentía introducciones de pescados con escamas y no quería.
Seguramente mi culo roto ha de ser uno de los premios del hacedor de universos que nos convoca,y lo acepto con resignación.

Anónimo dijo...
22:15
 

El blog como espacio íntimo.

Para I.D.: Hugo o quien sea.

A veces añoro las cartas. Cuando pienso en esa (recreativa) representación directa de una relación persona-a-persona que es recibir y leer una carta de alguien conocido -o no: la misma relación con una carga de incertidumbre respecto del autor, pero no de que hay autor-, sin embargo no puedo evitar inquirirme: Bueno, ¿cómo puedo añorar las cartas yo, que en toda mi vida no he recibido sino una sola de mi madre cuando estudiaba derecho? Sin embargo, cuando lo he añorado, siento lo mismo que al leer que una especie viviente ha desaparecido y jamás verá nadie volar sus desconocidas alas ni se alegrará al escuchar tal vez un trino hermoso o simple pero único.
No había dicho antes nada, porque en tu inmaculada decepción no había lugar a estas manchas que vez. Por eso y por la simple dignidad de quedarse quieto, callado e inmóvil, -cuando inquietarse, hablar y moverse son síntomas de modernidad es decir la vanguardia de la mierdez.
Me da gusto leerte y a veces me hace feliz. Gracias por tomarte la molestia de enviarme tus cosas.
La nostalgia del pasado escritura a mano, es la soledad de la nueva escritura blog.

Un maculado saludo.