Dossier Gombrowicz
Por Juan Carlos Gómez
TURCO EN LA NEBLINA
Apesar de mi ostensible intención de hacerme conocer en el mundo entero formando un club de gombrowiczidas, cuyos miembros están desparramados por toda la tierra, he notado últimamente que algunas personas están más desorientadas que turco en la neblina.
Con el único propósito de reducir el campo del desconocimiento va a continuación mi curriculum vitae en todo lo que concierne a Gombrowicz, un recurso muy usado para conseguir trabajo.
Juan Carlos Gómez, doctor en Ciencias de la Administración, nació en Buenos Aires en 1934. Se hizo amigo de Gombrowicz en 1956, a los veintiún años, jugando al ajedrez en el café Rex, cuando cursaba la carrera de Ciencias Físico-Matamáticas. Las cartas que Gombrowicz le escribió desde Europa cuando se fue de la Argentina fueron publicadas por Emecé en 1999.
Fue protagonista principal, junto a otros tres discípulos, de la película de Alberto Fischerman, Gombrowicz o la seducción, que se estrenó en 1986 y que fue premiada en el festival de Rotterdam ese mismo año.
Es colaborador permanente de la revista literaria polaca Twórczosc. En el 2004, el año del centenario de Gombrowicz, publicaron tres ensayos suyos: Nueva guía de Gombrowicz, No veremo en Bueno Saires y Milonga para Gombrowicz. En el año 2005, otro ensayo, Las cartas, y es de próxima aparición en el año 2008, un conjunto de los Gombrowiczidas con los que bombardea a los miembros del club todos los días.
En el año 2004 la editorial argentina Interzona publicó, Gombrowicz, este hombre me causa problemas, y en el año 2006 la revista literaria argentina Prometheus, www.pmdq.com.ar (números anteriores), publicó Gombrowicz, y todo lo demás.
Fue el curador de El enigma de Gombrowicz, las jornadas sobre Gombrowicz del Centro Cultural Borges en el año 2004, y de Gombrowicz, y los argentinos, las jornadas del MALBA en el año 2005.
"Soy amigo de la Argentina natural, sencilla, cotidiana, popular. Estoy en guerra con la Argentina superior, ya elaborada, ¡mal elaborada! Hace poco un argentino me dijo: –Usted es alérgico a nosotros, por eso no nos quiere. En cambio otro, Jorge Ábalos, me escribió recientemente desde Santiago: ‘Usted busca en este país lo legítimo, porque usted nos quiere’ ¿Querer a un país? ¿Yo?"
Cuando los novios dudan del amor del otro deshojan una margarita, pétalo por pétalo: me quiere, no me quiere. El último pétalo les acerca la verdad. A veces pareciera que Gombrowicz nos quiere.
"Con el pintor español Sanz en El Galeón. Ha venido por dos meses, ha vendido cuadros por varios centenares de miles de pesos (...) Ha pesar de haber ganado bastante plata en la Argentina, habla de ésta sin entusiasmo. ‘En Madrid uno está sentado a la mesa de un café, en plena calle, y aunque no lo espere nada en concreto, sabe que todo puede ocurrir: la amistad, el amor, la aventura. Aquí se sabe que no va a pasar nada’. Pero el descontento de Sanz es muy moderado en comparación con lo que dicen los demás turistas. Los enojos de los extranjeros con la Argentina, sus críticas altivas y juicios sumarios, no me paren de muy buen gusto"
Pero a veces pareciera que no nos quiere:
"Y aquí, en la Argentina, estoy privado hasta de una café literario, de un grupito de amigos artistas en cuyo seno puede acogerse en las ciudades de Europa cualquier bohemio, innovador o vanguardista (...) Yo me veía en el café Rex con mi amigo Eisler, a quien conseguía sacarle algunas monedas ganándole al ajedrez (...) Hubo un tiempo más animado cuando emprendía la audaz tarea de traducir...(...)"
Y otras veces pareciera que nos quiere de una manera extraña:
"Pero, hablando seriamente, ¿qué aspecto tendré yo si el enemigo me sorprende en uno de esos momentos de debilidad como un admirador? ¡No, debo ser siempre difícil, difícil! Y sobre todo ser igual que en la Argentina. Oh, la, la, si yo cambiara no sería más que un pequeño detalle bajo la influencia de París, ése sería el efecto. No, así como yo era con Flor o Eisler en el Rex, así debo ser ahora, ¡tengo que estampar mi sello en la cúpula de los Inválidos o en las torres de Notre-Dame tal como era con Flor en la Argentina. ¡Con Flor o también con la vieja Polonia aristocrática!"
Pero cuando hacemos la cuenta global nos da la impresión que la margarita se marchita. Llegó a Buenos Aires con doscientos dólares que le alcanzaron para vivir seis meses, el país era muy barato en aquella época. Durante un tiempo tuvo una modesta subvención de la legación polaca pero, finalmente, no quiso ayudarlo más. Amenazó con instalarse delante de la puerta del edificio con un cajón de lustrabotas para limpiar zapatos. Cayó en desgracia porque no quiso alistarse en el ejército a pesar de la insistencia de todo el mundo.
Sus relaciones con el medio literario argentino fueron escasas. Al principio se esforzó por entrar en contacto con los hombres de letras por razones prácticas, pero pronto desistió. Sus libros no habían sido traducidos y eran inaccesibles para ellos, su español era malo y las conversaciones sobre la literatura no le interesaban.
Sólo se podría hablar de relaciones tras la aparición de "Ferdydurke", pero para entonces se había instalado en el anonimato y lo tenía sin cuidado el mundo literario.
"!Oh, belleza! ¡Crecerás donde te siembren! ¡Y serás como te siembren! No creáis en las bellezas de Santiago. No son verdad. ¡Me las he inventado!"
"Transatlántico" y "Acerca de lo que ocurrió a bordo de la goleta Banbury" son narraciones donde aparece la Argentina. "Acerca de lo que ocurrió a bordo de la goleta Banbury" es la novela corta más larga de Gombrowicz. La escribió en el año 1932, y sin saber que siete años más tarde desembarcaría en la Argentina, sueña con ella: "Bajo el hermoso cielo de Argentina, los sentidos gozan gracias a una niña". Y comienza la narración en forma premonitoria: "Mi situación en el continente europeo se hacía día a día más penosa y más equívoca".
Pero es en el final de esta novela donde podemos encontrar una premonición de lo que sería la Argentina para Gombrowicz.
"No, no quería saberlo y no deseaba el calor, ni la exuberancia, ni el lujo. Prefería no salir al puente por temor a ver lo que hasta ese momento ofuscado, oculto y no dicho se desencadenaría con toda su falta de pudor, entre plumajes de pavos reales y fulgores espléndidos. Desde el comienzo todo había estado en mí, y yo, yo era exactamente igual a todos los demás. El mundo exterior no es sino un espejo que refleja el interior"
Gombrowicz empezó a escribir sobre la Argentina recién después de haber vivido quince años en ella, un conocimiento que tiene mucho que ver con ese camino de Sísifo que emprendió hacia la madurez cuando salió de Polonia, una Argentina ya perturbada por su mirada y en gran parte creada por él. Guiado por su inspiración inicial, seguía buceando en el corazón de los argentinos, un pueblo simpático, charlatán y quejumbroso, un oligarca orgullosamente asentado en sus maravillosos territorios. La Argentina, igual que Polonia, es un país centrífugo, es decir, con su centro fuera de sí, que ajusta su conducta colectiva a la luz de los soles que la iluminan. De modo que Gombrowicz usó para comprender este país el mismo cedazo del que se valía para dar cuenta de la deformación de los polacos.
Gombrowicz intenta dar un paso más en el camino hacia la madurez, pero el hombre no puede ser más fuerte de lo que es, y la piedra, como a Sísifo, se le siguió viniendo encima.
"(...) Escríbeme, mis lazos con la Argentina se aflojan y no se puede remediar, cada vez menos cartas, pero es casi seguro que apareceré un día por Buenos Aires, porque experimento una curiosidad casi enfermiza; es realmente extraño que no me atraiga en absoluto Polonia, en cambio, con Argentina no puedo romper (...) En los últimos tiempos vuelvo a menudo, con mis pensamientos, a Argentina y también me acordé del momento de la revolución de 1955, cuando escuchábamos la radio con Karol (...)"
¿Nos quiere o no nos quiere? Los novios saben cuál es su suerte cuando deshojan el último pétalo de la margarita, pero la relación que tuvo Gombrowicz con la Argentina no se puede cerrar ni sumar, aunque él está muerto, está abierta como la vida.
"Necesitaba víctimas... Me sentía feliz cuando caía en mis manos un interlocutor cándido y apasionado con quien podía jugar como el gato con el ratón... A veces ocurría que las víctimas se convertían en adeptos o incluso en amigos (...) En ocasiones se producían cortocircuitos, la medida se colmaba y uno u otro de los presentes se ponía violentamente de pie y se marchaba ofendido. Pero generalmente había más risas que ofensas"
Son comentarios que hace Gombrowicz sobre la bohemia de su juventud en los cafés de Varsovia, un talante burlón y sarcástico que debió ir atemperando con los años, pero no ocurrió así. Gombrowicz, como el alacrán, no pudo con el genio, y no sé si tan feliz como cuando era veintiañero, pero aquí, en los cafés de Buenos Aires, siguió haciendo lo mismo con nosotros.
Los que nos hacíamos sus adeptos y sus amigos le testimoniábamos de entrada nuestra simpatía. Su tendencia innata a llevar siempre la contraria le acentuaba todas las características que lo diferenciaban de nosotros, ésa era su política. Teníamos debilidad por ese noble polaco venido a menos, nos divertía y nos hacía reír, delante de él sentíamos que nuestra vida tenía más colorido y era más interesante.
Cuando lo conocí en el café Rex en 1956 hacía ya algunos años que escribía sus diarios y que había roto las relaciones con la gente de Polonia y con lo que creaban. Sus colegas tenían necesidad de asimilar una fe, fuera la que fuese, una postura ideológica o estética, porque los ayudaba a organizarse, con la esperanza de que se convertirían en escritores auténticos, pero sólo se sumergían en una orgía de irrealidad.
"Me bastaba pues, con que de este lado me llegara un soplo de vida auténtica. Avanzaba en esta dirección a ciegas, simplemente porque cada paso en este sentido hacía mi palabra más fuerte y mi arte más auténtico. Lo demás no me preocupaba demasiado. Lo demás, tarde o temprano, llegaría por sí solo"
Pero Polonia no era tan cándida como lo éramos algunos de sus interlocutores en los cafés, no podía jugar con ella como el gato con el ratón, se produjeron cortocircuitos y entonces se puso a escribir los diarios.
"Había pues que evitar dar al ‘Diario’ un carácter de confesión; debía presentarme en él en acción, en mi intención de imponerme al lector de una determinada manera, en mi voluntad de crearme a la vista y conocimiento de todos como lo que quería ser para ellos, y no como lo que era"
En los diarios manifiesta también esa tendencia que se le había despertado desde joven que lo inclinaba inexorablemente a la búsqueda de víctimas, y empieza a componer en ellos una obra maestra. Este género literario era pariente cercano de su otra obra maestra: las conversaciones que mantenía con los contertulios en los cafés. En el ‘Diario’ se pone de relieve a sí mismo, se explica, provoca la indignación de los lectores, comenta su obra y le declara la guerra a la crítica. Libra batallas con la literatura y el arte, y lleva ataques sostenidos contra la poesía, la pintura y París. Abre frentes contra el existencialismo, el catolicismo, el marxismo y el estructuralismo, y también contra las culturas secundarias. Ve al hombre como una criatura y un creador de la forma, como a un ser insuficiente e inmaduro.
Hay páginas de carácter exclusivamente artístico llenas de humor y de lirismo, otras dedicadas a las excentricidades, a las mentiras, a las bromas y a los engaños, todo igual que en los cafés de Varsovia y de Buenos Aires, pero en forma más organizada.
La agresividad que aparece en los diarios no tiene como única causa su tendencia natural a llevar la contraria. En esta obra lleva adelante con audacia, despreocupación y encarnizamiento una crítica abierta a toda la cultura moderna. Lo puede hacer porque no tiene nada que perder, podía escribir todo lo que le pasara por la cabeza pues a los demás los tenía sin cuidado. Y si bien era un artista no era un escritor introducido en el mundo literario, alguien con cierta mundología propia de ese medio y formado en una escuela determinada.
Su inclinación natural a llevar una vida estrictamente personal, su situación social y el exilio argentino es lo que se hallaba en la raíz de esta agresión. No era nada, por lo tanto podía permitírselo todo. En el ámbito de la cultura las cosas van más o menos bien si todo permanece como debe ser, respetable y digno de consideración. Si se transgreden las reglas la cosa se pone fea.
"Mi ‘Diario’ no se propone profundizar nuestra cultura, enriquecerla, sino comprobar si está construida a nuestra medida y si permanece en el suelo con nosotros. No es la cultura la que me interesa, sino nuestras relaciones con ella. Mi punto de partida es pérfidamente simplista: todos jugamos a ser más sabios y más maduros de lo que somos"
La sabiduría que menos soportaba era la de la ciencia, con la ciencia nos estamos encaminando a una raza de pigmeos de cabezas hinchadas y de delantales blancos.
Los científicos son unos especialistas que manipulan nuestros genes, se inmiscuyen en nuestros sueños, modifican el cosmos y manosean nuestros órganos íntimos. La ciencia tiene un carácter abominable, es como un cuerpo extraño introducido en la razón, que la razón lleva como una carga con el sudor de su frente. Es como un veneno, y cuanto más débil es la razón tantos menos antídotos encuentra y tanto más fácilmente sucumbe.
Gombrowicz reconocía que él mismo se había criado en un ambiente de irrealidad especialmente estimulado por la madre, y que la nobleza, la burguesía rica y una parte considerable de los intelectuales polacos padecían la misma enfermedad, a excepción de algunos profesores médicos o ingenieros, cuyo trabajo cotidiano los relacionaba con la realidad. Sin embargo, el crecimiento del cientificismo terminó por estimularle su naturaleza profética y blasfema.
"Y si a Sócrates se le hubiera aparecido Casandra con la siguiente profecía: –¡Oh, mortales! ¡Oh, estirpe humana! Mas os valdría no alcanzar a ver el lejano futuro que será diligente, escrupuloso, laborioso, liso, llano, miserable... Ojalá las mujeres dejasen de parir, pues todo lo que nazca nacerá al revés: la grandeza engendrará la pequeñez, la fuerza la debilidad, y de vuestra razón procederá vuestra estupidez. ¡Oh, ojalá las mujeres diesen muerte a sus recién nacidos...!, porque tendréis funcionarios por jefes y héroes, y los buenazos serán vuestros titanes. Se os privará de belleza, de pasión y de placer...
Os esperan tiempos fríos, tediosos y secos. Y todo eso será obra de vuestra propia Sabiduría, que se despegará de vosotros y se volverá incomprensible y feroz. ¡Y ni siquiera podréis llorar, puesto que vuestra desgracia estará ocurriendo fuera de vosotros!
¿Será esto una blasfemia contra nuestro Supremo Hacedor? ¿Nuestro Creador de hoy? (Naturalmente me estoy refiriendo a la ciencia) ¡Quién se atrevería! También yo me postro ante la más joven de las Fuerzas Creativas, también yo me prosterno, hosanna, pues esta profecía canta precisamente al triunfo de la omnipotente Minerva sobre su enemigo, el hombre"
Gombrowicz se embarca en el General Artigas y se va con Di Paola a Montevideo. En el barco hace reflexiones sobre la línea beethoveniana y manifiesta que en "Pornografía" intentó volver a este tipo de melodía.
¡Qué descaro de mi parte recurrir a unos temas tan fascinantes y melodiosos! Sobre todo hoy, cuando la música moderna le teme a la melodía, cuando el compositor, antes de utilizarla, tiene que despojarla de toda su atracción, volverla árida. Lo mismo ocurre con la literatura: un escritor moderno que se respete evita toda suerte de cebos, es difícil y prefiere repeler antes que tentar. ¿Y yo? Yo hago justamente lo contrario, meto en la obra todos los sabores más sabrosos, los encantos más encantadores, la relleno de bellezas y excitaciones, no quiero una escritura árida, sin hechizo... Busco las melodías más cautivadoras... para llegar, si lo consigo, a algo todavía más seductor
Desembarcan, se alojan en un hotel y a la noche van a una conferencia que da Dickman en la Asociación de Escritores. En la sala flota en el aire la cortesía, la banalidad y el aburrimiento. Paulina Medero preside la sesión: Tenemos el honor de presentar al señor Gombrowicz a quien saludamos; quizás quiera decirnos unas palabras; Bien, Paulina, ¿pero de hecho qué es lo que he escrito? ¿Cuáles son los títulos? Este comentario sobre los títulos me hizo acordar al escándalo que se armó con la persona que me había presentado a Gombrowicz en el Rex cuando le preguntó por los títulos de las obras de Hegel.
Dickman acude en auxilio de Paulina: Yo sé, Gombrowicz publicó una novela en Buenos Aires traducida del rumano, no, del polaco, "Fitmurca"... no, "Fidefurca". Se produce un malestar generalizado. Termina el acto y Gombrowicz estampa en el libro de la Asociación su firma, tras lo cual se lo pasa a Dipi para que lo firme también. Esto vuelve a provocar inquietud porque Dipi está en la edad del servicio militar y todavía no tiene pinta de literato.
De ahí se fueron con Paulina y Dickman a un restaurancito que se daba aires, en el que los poetas habían preparado un banquete para homenajear a un profesor. Se levantan los poetas y las poetisas y sueltan poemas en honor del profesor. Cada uno de los cincuenta poetas presentes tenía que pronunciar su poema de homenaje. Gombrowicz llama al mozo, pide dos botellas de vino y empieza a tomar. Le llega el turno a una poetisa grasienta y barrigona, se levanta de un salto, mientras balancea el busto de un lado para otro y agita los brazos, emite manojos de rimas nobles. Gombrowicz no aguantó más y lanzó una carcajada tras la espalda de Dipi, que también soltó una carcajada pero sin ninguna espalda que lo protegiera. En medio de miradas indignadas se levantó el laureado para soltar su discurso, Gombrowicz y Dipi aprovecharon la oportunidad y ahuecaron el ala.
¡Chismes al canto! Al día siguiente, mientras cenábamos, Dipi oyó que en la mesa vecina se hablaba del escándalo en la Asociación de Escritores y de la provocación en el banquete de poetas... ¡Alguien aconsejaba escribir a Ernesto Sabato para preguntarle si su carta dirigida a Julio Bayce en la que me recomendaba calurosamente era auténtica.
La historia uruguaya que Gombrowicz cuenta en los diarios no está clara, así que le pedí al Pato Criollo, que pasaba unos días en Montevideo, una versión montevideana de lo que había ocurrido realmente. Aira, siempre enigmático, me mandó unas líneas con una foto.
Un recuerdo de Montevideo para mi querido Goma.
Después de su viaje por el Río Paraná Gombrowicz desembarca en Rosario a la madrugada, tiene que hacer tiempo, antes de visitar a los Dzianott pasea por la ciudad.
Comercio, balance, presupuesto, saldo, inversiones, crédito, inventario, cuenta, neto, bruto, sólo esto, únicamente esto, toda la ciudad está bajo el signo de la contabilidad. La vulgaridad de América, la América gorda.
Rena y su marido, con el pequeño Jacek Dzianott, radiante de alegría, esa alegría que es en realidad nuestra única victoria sobre la existencia y la única gloria del hombre. Pero ¿por qué este orgullo y esta gloria están confiados a un niño de doce años y hay que inclinarse ante ellos, y por qué el desarrollo es el camino de la amargura degradante? Resulta muy sarcástico que nuestra insignia más alta, nuestro más orgulloso estandarte, sean los pantaloncitos de un niño
La nostalgia por Rosario me trae a la memoria una nostalgia más, la que me despierta el diario que escribe Gombrowicz sobre su navegación por el Río Paraná. En esta narración alcanza una belleza que sólo igualó dos años después describiendo un crepúsculo. Utiliza un idioma poético, lógico y musical sobre un clima de irrealidad que va creciendo a medida que avanza por el río al que sólo puede anclar con la palabra navegamos.
Los movimientos, los cambios que sufría el río, las variaciones del clima y de la luz, siguen las peripecias del alma atormentada de Gombrowicz, acosada por la oscuridad y la distancia. Alguien le da una oportunidad para que pueda distinguir con claridad lo que el barco va dejando atrás y le ofrece unos prismáticos: la orilla, los arbustos, las maderas que flotan el agua: ¿Quiere usted echar una ojeada?
Le borra los contornos a la realidad a la que sólo vuelve en una especie de basso continuo utilizando la palabra navegamos.
Pero... lo mismo me dijo ayer. Sólo que hoy me ha sonado diferente. Me ha sonado... como si en realidad no quisiera decir eso o bien como si lo que ha dicho no estuviera dicho hasta el final... sino dolorosamente interrumpido
No puede soportar la idea de que el barco navegue solo, cuando no está con el barco y no sabe si navega, y tampoco puede soportar el espacio imponente y el aire inmóvil.
Ese industrial de San Nicolás dijo: Mal tiempo..., pero de nuevo me sonó como si no fuera eso..., como si en el fondo él quisiera, sí, eso es, quisiera otra cosa..., y tuve la misma sensación que la que había tenido en el desayuno con un médico de Asunción, exiliado político, cuando me hablaba de las mujeres de su país. Hablaba. Pero hablaba precisamente (esta idea me persigue) para no decir..., sí, para no decir lo que de veras tenía que decir
El río que tenía por delante y por detrás, con su blancura intermitente, por veces se le confundía con los sueños sobre el pasado y el futuro, desconocidos e indefinidos, pero después todo descendía y se posaba nuevamente sobre el río, que otra vez volvía a ser el río por el que navegaba.
Una noche se despertó aterrado con la preocupación de que algo extraordinario estaba pasando. De repente, un grito rompió el sello del silencio. Y, una vez más, vuelve a borrarle los contornos a lo que ocurre, o a lo que no ocurre.
Sabía con toda seguridad que nadie había gritado, y al mismo tiempo sabía que había existido un grito... Pero, como no había ningún grito, consideréa mi terror como inexistente, regresé al camarote e incluso me dormí
El barco era trivial y corriente, precisamente por eso se sentía totalmente indefenso, no podía emprender nada porque no había fundamentos para la más ligera inquietud, todo estaba absolutamente en orden, pero esa tensión irresistible podía romper la cuerda.
Un médico se burlaba de él porque había perdido al ajedrez: Ha perdido usted por miedo: Podría darle una torre de ventaja y ganarle. Navegaban hacia la nada, las conversaciones y los movimientos estaban paralizados y fulminados. La locura y la desesperación eran inalcanzables porque no existían, pero como no existían, existían de una manera imposible de rechazar:
Nuestra normalidad, la más normal, explota como una bomba, como un trueno, pero fuera de nosotros. La explosión nos es inaccesible, a nosotros hechizados en la normalidad. Hace un momento he encontrado al paraguayo en la proa y he dicho, sí, he dicho, eso es, he dicho: -¡Buenos días! Él a su vez ha contestado, eso es, ha contestado, sí, ha contestado. Dios misericordioso, ha contestado (sin dejar de navegar): ¡Hermoso tiempo!
Navegamos.
La idea de compartir con Gombrowicz y con Quilombo una casa me trajo muchos dolores de cabeza. En principio, ni en mis sueños más atrevidos yo me imaginaba abandonando la comodidad de la casa de mis padres en la que, según la opinión inveterada de mi hermana, yo era el hijo preferido. No tenía nada de qué preocuparme, trabajaba, tenía un buen empleo, ganaba bastante plata y llevaba una vida de dandy metafísico.
Sin embargo, eso de vivir con Gombrowicz, un Gombrowicz que se estaba volviendo famoso, que tenía el reconocimiento de la Europa civilizada, que era extravagante, libre, payaso, genio, no era cosa que, como me decía él mismo, se me iba a presentar todos los días. Pero era homosexual y yo, en esta materia, como Gombrowicz en los asuntos del dinero, era mortalmente serio. Como si esto fuera poco no me resultaba para nada clara la naturaleza de la relación que tenía con Betelú.
Mariano, que no era ningún idiota, en presencia de Gombrowicz representaba el papel de un perfecto idiota, inmaduro, esclavo, a tal punto que la relación tan intensa que tenía con el polaco sólo era explicable, en apariencia, por un tipo de atracción non sancta. Con el tiempo fui encontrando la llave para entrar, hasta cierto punto, en ese misterio, se puede decir que cuando escribí los monjecitos medievales tenía la mitad del camino hecho.
Para mí, Flor, era un animal extraño al que no sabía cómo abordar en mis cartas, de ahí el lenguaje sofisticado y abstruso de dos pasajes en los que me refiero a él y que Gombrowicz cita, de ahí mi obsesión por borrarle los contornos. No sabía cómo abordarlo cuando le hablaba de él a Gombrowicz, sí sabía cuando le hablaba a los demás o a él mismo, lo trataba como a un chico.
Confundido por este dilema hamletiano, un acontecimiento familiar imprevisto y penoso me ayudó a aclarar el panorama. Mi hermana se divorció y se vino a vivir a la casa paterna con una hija pequeña. Tengo que huir, pensé, me tengo que ir de la casa de papá y mamá y, de la misma manera que Gombrowicz pensó que para irse a vivir a España era mejor volver a la Argentina, yo pensé que para irme a vivir solo era mejor vivir con Gombrowicz y con Flor de Quilombo. Este pensamiento, este salto al vacío, a lo desconocido, me empezó a agobiar porque, si bien es cierto que siempre me podía escapar de ellos para ir a vivir solo, el primer paso era muy importante. Otra cosa que me mareaba completamente era la elección del lugar que estaba haciendo Gombrowicz: extra muros, aquí, allá... no podía ser, yo trabajaba en el microcentro. El proyecto de vida en común fracasó porque Gombrowicz no regresó a la Argentina, y yo me fui a vivir al barrio norte.
Con el único propósito de reducir el campo del desconocimiento va a continuación mi curriculum vitae en todo lo que concierne a Gombrowicz, un recurso muy usado para conseguir trabajo.
Juan Carlos Gómez, doctor en Ciencias de la Administración, nació en Buenos Aires en 1934. Se hizo amigo de Gombrowicz en 1956, a los veintiún años, jugando al ajedrez en el café Rex, cuando cursaba la carrera de Ciencias Físico-Matamáticas. Las cartas que Gombrowicz le escribió desde Europa cuando se fue de la Argentina fueron publicadas por Emecé en 1999.
Fue protagonista principal, junto a otros tres discípulos, de la película de Alberto Fischerman, Gombrowicz o la seducción, que se estrenó en 1986 y que fue premiada en el festival de Rotterdam ese mismo año.
Es colaborador permanente de la revista literaria polaca Twórczosc. En el 2004, el año del centenario de Gombrowicz, publicaron tres ensayos suyos: Nueva guía de Gombrowicz, No veremo en Bueno Saires y Milonga para Gombrowicz. En el año 2005, otro ensayo, Las cartas, y es de próxima aparición en el año 2008, un conjunto de los Gombrowiczidas con los que bombardea a los miembros del club todos los días.
En el año 2004 la editorial argentina Interzona publicó, Gombrowicz, este hombre me causa problemas, y en el año 2006 la revista literaria argentina Prometheus, www.pmdq.com.ar (números anteriores), publicó Gombrowicz, y todo lo demás.
Fue el curador de El enigma de Gombrowicz, las jornadas sobre Gombrowicz del Centro Cultural Borges en el año 2004, y de Gombrowicz, y los argentinos, las jornadas del MALBA en el año 2005.
Juan Carlos Gómez y Witold Gombrowicz. |
CON LA ARGENTINA NO PUEDO ROMPER
Witold Gombrowicz. |
"Soy amigo de la Argentina natural, sencilla, cotidiana, popular. Estoy en guerra con la Argentina superior, ya elaborada, ¡mal elaborada! Hace poco un argentino me dijo: –Usted es alérgico a nosotros, por eso no nos quiere. En cambio otro, Jorge Ábalos, me escribió recientemente desde Santiago: ‘Usted busca en este país lo legítimo, porque usted nos quiere’ ¿Querer a un país? ¿Yo?"
Cuando los novios dudan del amor del otro deshojan una margarita, pétalo por pétalo: me quiere, no me quiere. El último pétalo les acerca la verdad. A veces pareciera que Gombrowicz nos quiere.
"Con el pintor español Sanz en El Galeón. Ha venido por dos meses, ha vendido cuadros por varios centenares de miles de pesos (...) Ha pesar de haber ganado bastante plata en la Argentina, habla de ésta sin entusiasmo. ‘En Madrid uno está sentado a la mesa de un café, en plena calle, y aunque no lo espere nada en concreto, sabe que todo puede ocurrir: la amistad, el amor, la aventura. Aquí se sabe que no va a pasar nada’. Pero el descontento de Sanz es muy moderado en comparación con lo que dicen los demás turistas. Los enojos de los extranjeros con la Argentina, sus críticas altivas y juicios sumarios, no me paren de muy buen gusto"
Pero a veces pareciera que no nos quiere:
"Y aquí, en la Argentina, estoy privado hasta de una café literario, de un grupito de amigos artistas en cuyo seno puede acogerse en las ciudades de Europa cualquier bohemio, innovador o vanguardista (...) Yo me veía en el café Rex con mi amigo Eisler, a quien conseguía sacarle algunas monedas ganándole al ajedrez (...) Hubo un tiempo más animado cuando emprendía la audaz tarea de traducir...(...)"
Y otras veces pareciera que nos quiere de una manera extraña:
"Pero, hablando seriamente, ¿qué aspecto tendré yo si el enemigo me sorprende en uno de esos momentos de debilidad como un admirador? ¡No, debo ser siempre difícil, difícil! Y sobre todo ser igual que en la Argentina. Oh, la, la, si yo cambiara no sería más que un pequeño detalle bajo la influencia de París, ése sería el efecto. No, así como yo era con Flor o Eisler en el Rex, así debo ser ahora, ¡tengo que estampar mi sello en la cúpula de los Inválidos o en las torres de Notre-Dame tal como era con Flor en la Argentina. ¡Con Flor o también con la vieja Polonia aristocrática!"
Pero cuando hacemos la cuenta global nos da la impresión que la margarita se marchita. Llegó a Buenos Aires con doscientos dólares que le alcanzaron para vivir seis meses, el país era muy barato en aquella época. Durante un tiempo tuvo una modesta subvención de la legación polaca pero, finalmente, no quiso ayudarlo más. Amenazó con instalarse delante de la puerta del edificio con un cajón de lustrabotas para limpiar zapatos. Cayó en desgracia porque no quiso alistarse en el ejército a pesar de la insistencia de todo el mundo.
Sus relaciones con el medio literario argentino fueron escasas. Al principio se esforzó por entrar en contacto con los hombres de letras por razones prácticas, pero pronto desistió. Sus libros no habían sido traducidos y eran inaccesibles para ellos, su español era malo y las conversaciones sobre la literatura no le interesaban.
Sólo se podría hablar de relaciones tras la aparición de "Ferdydurke", pero para entonces se había instalado en el anonimato y lo tenía sin cuidado el mundo literario.
"!Oh, belleza! ¡Crecerás donde te siembren! ¡Y serás como te siembren! No creáis en las bellezas de Santiago. No son verdad. ¡Me las he inventado!"
"Transatlántico" y "Acerca de lo que ocurrió a bordo de la goleta Banbury" son narraciones donde aparece la Argentina. "Acerca de lo que ocurrió a bordo de la goleta Banbury" es la novela corta más larga de Gombrowicz. La escribió en el año 1932, y sin saber que siete años más tarde desembarcaría en la Argentina, sueña con ella: "Bajo el hermoso cielo de Argentina, los sentidos gozan gracias a una niña". Y comienza la narración en forma premonitoria: "Mi situación en el continente europeo se hacía día a día más penosa y más equívoca".
Pero es en el final de esta novela donde podemos encontrar una premonición de lo que sería la Argentina para Gombrowicz.
"No, no quería saberlo y no deseaba el calor, ni la exuberancia, ni el lujo. Prefería no salir al puente por temor a ver lo que hasta ese momento ofuscado, oculto y no dicho se desencadenaría con toda su falta de pudor, entre plumajes de pavos reales y fulgores espléndidos. Desde el comienzo todo había estado en mí, y yo, yo era exactamente igual a todos los demás. El mundo exterior no es sino un espejo que refleja el interior"
Gombrowicz empezó a escribir sobre la Argentina recién después de haber vivido quince años en ella, un conocimiento que tiene mucho que ver con ese camino de Sísifo que emprendió hacia la madurez cuando salió de Polonia, una Argentina ya perturbada por su mirada y en gran parte creada por él. Guiado por su inspiración inicial, seguía buceando en el corazón de los argentinos, un pueblo simpático, charlatán y quejumbroso, un oligarca orgullosamente asentado en sus maravillosos territorios. La Argentina, igual que Polonia, es un país centrífugo, es decir, con su centro fuera de sí, que ajusta su conducta colectiva a la luz de los soles que la iluminan. De modo que Gombrowicz usó para comprender este país el mismo cedazo del que se valía para dar cuenta de la deformación de los polacos.
Gombrowicz intenta dar un paso más en el camino hacia la madurez, pero el hombre no puede ser más fuerte de lo que es, y la piedra, como a Sísifo, se le siguió viniendo encima.
"(...) Escríbeme, mis lazos con la Argentina se aflojan y no se puede remediar, cada vez menos cartas, pero es casi seguro que apareceré un día por Buenos Aires, porque experimento una curiosidad casi enfermiza; es realmente extraño que no me atraiga en absoluto Polonia, en cambio, con Argentina no puedo romper (...) En los últimos tiempos vuelvo a menudo, con mis pensamientos, a Argentina y también me acordé del momento de la revolución de 1955, cuando escuchábamos la radio con Karol (...)"
¿Nos quiere o no nos quiere? Los novios saben cuál es su suerte cuando deshojan el último pétalo de la margarita, pero la relación que tuvo Gombrowicz con la Argentina no se puede cerrar ni sumar, aunque él está muerto, está abierta como la vida.
UNA NATURALEZA BLASFEMA
"Necesitaba víctimas... Me sentía feliz cuando caía en mis manos un interlocutor cándido y apasionado con quien podía jugar como el gato con el ratón... A veces ocurría que las víctimas se convertían en adeptos o incluso en amigos (...) En ocasiones se producían cortocircuitos, la medida se colmaba y uno u otro de los presentes se ponía violentamente de pie y se marchaba ofendido. Pero generalmente había más risas que ofensas"
Son comentarios que hace Gombrowicz sobre la bohemia de su juventud en los cafés de Varsovia, un talante burlón y sarcástico que debió ir atemperando con los años, pero no ocurrió así. Gombrowicz, como el alacrán, no pudo con el genio, y no sé si tan feliz como cuando era veintiañero, pero aquí, en los cafés de Buenos Aires, siguió haciendo lo mismo con nosotros.
Los que nos hacíamos sus adeptos y sus amigos le testimoniábamos de entrada nuestra simpatía. Su tendencia innata a llevar siempre la contraria le acentuaba todas las características que lo diferenciaban de nosotros, ésa era su política. Teníamos debilidad por ese noble polaco venido a menos, nos divertía y nos hacía reír, delante de él sentíamos que nuestra vida tenía más colorido y era más interesante.
Cuando lo conocí en el café Rex en 1956 hacía ya algunos años que escribía sus diarios y que había roto las relaciones con la gente de Polonia y con lo que creaban. Sus colegas tenían necesidad de asimilar una fe, fuera la que fuese, una postura ideológica o estética, porque los ayudaba a organizarse, con la esperanza de que se convertirían en escritores auténticos, pero sólo se sumergían en una orgía de irrealidad.
"Me bastaba pues, con que de este lado me llegara un soplo de vida auténtica. Avanzaba en esta dirección a ciegas, simplemente porque cada paso en este sentido hacía mi palabra más fuerte y mi arte más auténtico. Lo demás no me preocupaba demasiado. Lo demás, tarde o temprano, llegaría por sí solo"
Pero Polonia no era tan cándida como lo éramos algunos de sus interlocutores en los cafés, no podía jugar con ella como el gato con el ratón, se produjeron cortocircuitos y entonces se puso a escribir los diarios.
"Había pues que evitar dar al ‘Diario’ un carácter de confesión; debía presentarme en él en acción, en mi intención de imponerme al lector de una determinada manera, en mi voluntad de crearme a la vista y conocimiento de todos como lo que quería ser para ellos, y no como lo que era"
En los diarios manifiesta también esa tendencia que se le había despertado desde joven que lo inclinaba inexorablemente a la búsqueda de víctimas, y empieza a componer en ellos una obra maestra. Este género literario era pariente cercano de su otra obra maestra: las conversaciones que mantenía con los contertulios en los cafés. En el ‘Diario’ se pone de relieve a sí mismo, se explica, provoca la indignación de los lectores, comenta su obra y le declara la guerra a la crítica. Libra batallas con la literatura y el arte, y lleva ataques sostenidos contra la poesía, la pintura y París. Abre frentes contra el existencialismo, el catolicismo, el marxismo y el estructuralismo, y también contra las culturas secundarias. Ve al hombre como una criatura y un creador de la forma, como a un ser insuficiente e inmaduro.
Hay páginas de carácter exclusivamente artístico llenas de humor y de lirismo, otras dedicadas a las excentricidades, a las mentiras, a las bromas y a los engaños, todo igual que en los cafés de Varsovia y de Buenos Aires, pero en forma más organizada.
La agresividad que aparece en los diarios no tiene como única causa su tendencia natural a llevar la contraria. En esta obra lleva adelante con audacia, despreocupación y encarnizamiento una crítica abierta a toda la cultura moderna. Lo puede hacer porque no tiene nada que perder, podía escribir todo lo que le pasara por la cabeza pues a los demás los tenía sin cuidado. Y si bien era un artista no era un escritor introducido en el mundo literario, alguien con cierta mundología propia de ese medio y formado en una escuela determinada.
Su inclinación natural a llevar una vida estrictamente personal, su situación social y el exilio argentino es lo que se hallaba en la raíz de esta agresión. No era nada, por lo tanto podía permitírselo todo. En el ámbito de la cultura las cosas van más o menos bien si todo permanece como debe ser, respetable y digno de consideración. Si se transgreden las reglas la cosa se pone fea.
"Mi ‘Diario’ no se propone profundizar nuestra cultura, enriquecerla, sino comprobar si está construida a nuestra medida y si permanece en el suelo con nosotros. No es la cultura la que me interesa, sino nuestras relaciones con ella. Mi punto de partida es pérfidamente simplista: todos jugamos a ser más sabios y más maduros de lo que somos"
La sabiduría que menos soportaba era la de la ciencia, con la ciencia nos estamos encaminando a una raza de pigmeos de cabezas hinchadas y de delantales blancos.
Los científicos son unos especialistas que manipulan nuestros genes, se inmiscuyen en nuestros sueños, modifican el cosmos y manosean nuestros órganos íntimos. La ciencia tiene un carácter abominable, es como un cuerpo extraño introducido en la razón, que la razón lleva como una carga con el sudor de su frente. Es como un veneno, y cuanto más débil es la razón tantos menos antídotos encuentra y tanto más fácilmente sucumbe.
Gombrowicz reconocía que él mismo se había criado en un ambiente de irrealidad especialmente estimulado por la madre, y que la nobleza, la burguesía rica y una parte considerable de los intelectuales polacos padecían la misma enfermedad, a excepción de algunos profesores médicos o ingenieros, cuyo trabajo cotidiano los relacionaba con la realidad. Sin embargo, el crecimiento del cientificismo terminó por estimularle su naturaleza profética y blasfema.
"Y si a Sócrates se le hubiera aparecido Casandra con la siguiente profecía: –¡Oh, mortales! ¡Oh, estirpe humana! Mas os valdría no alcanzar a ver el lejano futuro que será diligente, escrupuloso, laborioso, liso, llano, miserable... Ojalá las mujeres dejasen de parir, pues todo lo que nazca nacerá al revés: la grandeza engendrará la pequeñez, la fuerza la debilidad, y de vuestra razón procederá vuestra estupidez. ¡Oh, ojalá las mujeres diesen muerte a sus recién nacidos...!, porque tendréis funcionarios por jefes y héroes, y los buenazos serán vuestros titanes. Se os privará de belleza, de pasión y de placer...
Os esperan tiempos fríos, tediosos y secos. Y todo eso será obra de vuestra propia Sabiduría, que se despegará de vosotros y se volverá incomprensible y feroz. ¡Y ni siquiera podréis llorar, puesto que vuestra desgracia estará ocurriendo fuera de vosotros!
¿Será esto una blasfemia contra nuestro Supremo Hacedor? ¿Nuestro Creador de hoy? (Naturalmente me estoy refiriendo a la ciencia) ¡Quién se atrevería! También yo me postro ante la más joven de las Fuerzas Creativas, también yo me prosterno, hosanna, pues esta profecía canta precisamente al triunfo de la omnipotente Minerva sobre su enemigo, el hombre"
FIDEFURCA
Gombrowicz se embarca en el General Artigas y se va con Di Paola a Montevideo. En el barco hace reflexiones sobre la línea beethoveniana y manifiesta que en "Pornografía" intentó volver a este tipo de melodía.
¡Qué descaro de mi parte recurrir a unos temas tan fascinantes y melodiosos! Sobre todo hoy, cuando la música moderna le teme a la melodía, cuando el compositor, antes de utilizarla, tiene que despojarla de toda su atracción, volverla árida. Lo mismo ocurre con la literatura: un escritor moderno que se respete evita toda suerte de cebos, es difícil y prefiere repeler antes que tentar. ¿Y yo? Yo hago justamente lo contrario, meto en la obra todos los sabores más sabrosos, los encantos más encantadores, la relleno de bellezas y excitaciones, no quiero una escritura árida, sin hechizo... Busco las melodías más cautivadoras... para llegar, si lo consigo, a algo todavía más seductor
Desembarcan, se alojan en un hotel y a la noche van a una conferencia que da Dickman en la Asociación de Escritores. En la sala flota en el aire la cortesía, la banalidad y el aburrimiento. Paulina Medero preside la sesión: Tenemos el honor de presentar al señor Gombrowicz a quien saludamos; quizás quiera decirnos unas palabras; Bien, Paulina, ¿pero de hecho qué es lo que he escrito? ¿Cuáles son los títulos? Este comentario sobre los títulos me hizo acordar al escándalo que se armó con la persona que me había presentado a Gombrowicz en el Rex cuando le preguntó por los títulos de las obras de Hegel.
Dickman acude en auxilio de Paulina: Yo sé, Gombrowicz publicó una novela en Buenos Aires traducida del rumano, no, del polaco, "Fitmurca"... no, "Fidefurca". Se produce un malestar generalizado. Termina el acto y Gombrowicz estampa en el libro de la Asociación su firma, tras lo cual se lo pasa a Dipi para que lo firme también. Esto vuelve a provocar inquietud porque Dipi está en la edad del servicio militar y todavía no tiene pinta de literato.
De ahí se fueron con Paulina y Dickman a un restaurancito que se daba aires, en el que los poetas habían preparado un banquete para homenajear a un profesor. Se levantan los poetas y las poetisas y sueltan poemas en honor del profesor. Cada uno de los cincuenta poetas presentes tenía que pronunciar su poema de homenaje. Gombrowicz llama al mozo, pide dos botellas de vino y empieza a tomar. Le llega el turno a una poetisa grasienta y barrigona, se levanta de un salto, mientras balancea el busto de un lado para otro y agita los brazos, emite manojos de rimas nobles. Gombrowicz no aguantó más y lanzó una carcajada tras la espalda de Dipi, que también soltó una carcajada pero sin ninguna espalda que lo protegiera. En medio de miradas indignadas se levantó el laureado para soltar su discurso, Gombrowicz y Dipi aprovecharon la oportunidad y ahuecaron el ala.
¡Chismes al canto! Al día siguiente, mientras cenábamos, Dipi oyó que en la mesa vecina se hablaba del escándalo en la Asociación de Escritores y de la provocación en el banquete de poetas... ¡Alguien aconsejaba escribir a Ernesto Sabato para preguntarle si su carta dirigida a Julio Bayce en la que me recomendaba calurosamente era auténtica.
La historia uruguaya que Gombrowicz cuenta en los diarios no está clara, así que le pedí al Pato Criollo, que pasaba unos días en Montevideo, una versión montevideana de lo que había ocurrido realmente. Aira, siempre enigmático, me mandó unas líneas con una foto.
Un recuerdo de Montevideo para mi querido Goma.
HERMOSO TIEMPO
Después de su viaje por el Río Paraná Gombrowicz desembarca en Rosario a la madrugada, tiene que hacer tiempo, antes de visitar a los Dzianott pasea por la ciudad.
Comercio, balance, presupuesto, saldo, inversiones, crédito, inventario, cuenta, neto, bruto, sólo esto, únicamente esto, toda la ciudad está bajo el signo de la contabilidad. La vulgaridad de América, la América gorda.
Rena y su marido, con el pequeño Jacek Dzianott, radiante de alegría, esa alegría que es en realidad nuestra única victoria sobre la existencia y la única gloria del hombre. Pero ¿por qué este orgullo y esta gloria están confiados a un niño de doce años y hay que inclinarse ante ellos, y por qué el desarrollo es el camino de la amargura degradante? Resulta muy sarcástico que nuestra insignia más alta, nuestro más orgulloso estandarte, sean los pantaloncitos de un niño
La nostalgia por Rosario me trae a la memoria una nostalgia más, la que me despierta el diario que escribe Gombrowicz sobre su navegación por el Río Paraná. En esta narración alcanza una belleza que sólo igualó dos años después describiendo un crepúsculo. Utiliza un idioma poético, lógico y musical sobre un clima de irrealidad que va creciendo a medida que avanza por el río al que sólo puede anclar con la palabra navegamos.
Los movimientos, los cambios que sufría el río, las variaciones del clima y de la luz, siguen las peripecias del alma atormentada de Gombrowicz, acosada por la oscuridad y la distancia. Alguien le da una oportunidad para que pueda distinguir con claridad lo que el barco va dejando atrás y le ofrece unos prismáticos: la orilla, los arbustos, las maderas que flotan el agua: ¿Quiere usted echar una ojeada?
Le borra los contornos a la realidad a la que sólo vuelve en una especie de basso continuo utilizando la palabra navegamos.
Pero... lo mismo me dijo ayer. Sólo que hoy me ha sonado diferente. Me ha sonado... como si en realidad no quisiera decir eso o bien como si lo que ha dicho no estuviera dicho hasta el final... sino dolorosamente interrumpido
No puede soportar la idea de que el barco navegue solo, cuando no está con el barco y no sabe si navega, y tampoco puede soportar el espacio imponente y el aire inmóvil.
Ese industrial de San Nicolás dijo: Mal tiempo..., pero de nuevo me sonó como si no fuera eso..., como si en el fondo él quisiera, sí, eso es, quisiera otra cosa..., y tuve la misma sensación que la que había tenido en el desayuno con un médico de Asunción, exiliado político, cuando me hablaba de las mujeres de su país. Hablaba. Pero hablaba precisamente (esta idea me persigue) para no decir..., sí, para no decir lo que de veras tenía que decir
El río que tenía por delante y por detrás, con su blancura intermitente, por veces se le confundía con los sueños sobre el pasado y el futuro, desconocidos e indefinidos, pero después todo descendía y se posaba nuevamente sobre el río, que otra vez volvía a ser el río por el que navegaba.
Una noche se despertó aterrado con la preocupación de que algo extraordinario estaba pasando. De repente, un grito rompió el sello del silencio. Y, una vez más, vuelve a borrarle los contornos a lo que ocurre, o a lo que no ocurre.
Sabía con toda seguridad que nadie había gritado, y al mismo tiempo sabía que había existido un grito... Pero, como no había ningún grito, consideréa mi terror como inexistente, regresé al camarote e incluso me dormí
El barco era trivial y corriente, precisamente por eso se sentía totalmente indefenso, no podía emprender nada porque no había fundamentos para la más ligera inquietud, todo estaba absolutamente en orden, pero esa tensión irresistible podía romper la cuerda.
Un médico se burlaba de él porque había perdido al ajedrez: Ha perdido usted por miedo: Podría darle una torre de ventaja y ganarle. Navegaban hacia la nada, las conversaciones y los movimientos estaban paralizados y fulminados. La locura y la desesperación eran inalcanzables porque no existían, pero como no existían, existían de una manera imposible de rechazar:
Nuestra normalidad, la más normal, explota como una bomba, como un trueno, pero fuera de nosotros. La explosión nos es inaccesible, a nosotros hechizados en la normalidad. Hace un momento he encontrado al paraguayo en la proa y he dicho, sí, he dicho, eso es, he dicho: -¡Buenos días! Él a su vez ha contestado, eso es, ha contestado, sí, ha contestado. Dios misericordioso, ha contestado (sin dejar de navegar): ¡Hermoso tiempo!
Navegamos.
MENAGE À TROIS
La idea de compartir con Gombrowicz y con Quilombo una casa me trajo muchos dolores de cabeza. En principio, ni en mis sueños más atrevidos yo me imaginaba abandonando la comodidad de la casa de mis padres en la que, según la opinión inveterada de mi hermana, yo era el hijo preferido. No tenía nada de qué preocuparme, trabajaba, tenía un buen empleo, ganaba bastante plata y llevaba una vida de dandy metafísico.
Sin embargo, eso de vivir con Gombrowicz, un Gombrowicz que se estaba volviendo famoso, que tenía el reconocimiento de la Europa civilizada, que era extravagante, libre, payaso, genio, no era cosa que, como me decía él mismo, se me iba a presentar todos los días. Pero era homosexual y yo, en esta materia, como Gombrowicz en los asuntos del dinero, era mortalmente serio. Como si esto fuera poco no me resultaba para nada clara la naturaleza de la relación que tenía con Betelú.
Mariano, que no era ningún idiota, en presencia de Gombrowicz representaba el papel de un perfecto idiota, inmaduro, esclavo, a tal punto que la relación tan intensa que tenía con el polaco sólo era explicable, en apariencia, por un tipo de atracción non sancta. Con el tiempo fui encontrando la llave para entrar, hasta cierto punto, en ese misterio, se puede decir que cuando escribí los monjecitos medievales tenía la mitad del camino hecho.
Para mí, Flor, era un animal extraño al que no sabía cómo abordar en mis cartas, de ahí el lenguaje sofisticado y abstruso de dos pasajes en los que me refiero a él y que Gombrowicz cita, de ahí mi obsesión por borrarle los contornos. No sabía cómo abordarlo cuando le hablaba de él a Gombrowicz, sí sabía cuando le hablaba a los demás o a él mismo, lo trataba como a un chico.
Confundido por este dilema hamletiano, un acontecimiento familiar imprevisto y penoso me ayudó a aclarar el panorama. Mi hermana se divorció y se vino a vivir a la casa paterna con una hija pequeña. Tengo que huir, pensé, me tengo que ir de la casa de papá y mamá y, de la misma manera que Gombrowicz pensó que para irse a vivir a España era mejor volver a la Argentina, yo pensé que para irme a vivir solo era mejor vivir con Gombrowicz y con Flor de Quilombo. Este pensamiento, este salto al vacío, a lo desconocido, me empezó a agobiar porque, si bien es cierto que siempre me podía escapar de ellos para ir a vivir solo, el primer paso era muy importante. Otra cosa que me mareaba completamente era la elección del lugar que estaba haciendo Gombrowicz: extra muros, aquí, allá... no podía ser, yo trabajaba en el microcentro. El proyecto de vida en común fracasó porque Gombrowicz no regresó a la Argentina, y yo me fui a vivir al barrio norte.
Berlín, 21 de diciembre de 1963
No, no, Goma, tendrá que hacer viajecitos, no hay caso, estos pequeños chantajes basados en la supuesta soledad mia no sirven, no, Goma, nada de soledades, no estoy a la merced suya, parece que su imaginacion no alcanza a darse cuenta que CAMBIO TODO, basta que levante un dedo para que corran todos la Lynch, Arnesto, Pla, Canaleta, los bolches deLa Plata, etc. etc. etc. las niñas, los adolescentes, los ancianos y las viudas, trate de imaginarse algo como WEIMAR. El que estara algo aislado, me temo, seráVd Goma con su papa y su mama. Ya estoy casi decidido PRIMERO ocupar la casa entera de Flor y DESPUES ver que pasa. Pero ya es casi seguro que me quedo en Berlin hasta mayo ya que el frio no me daña tanto y por otra parte la Ford no demuestra mayor entusiasmo respecto al proyecto mio de rajar. Ahora no tengo gran gana de volver para el invierno, asi que no me verá antes de agosto, calculo.
Recibí carta de Ada donde se queja amargamente que Vd le arrancó por fuerza la traducción (significa que la obligó a hacerla), que ella no queria etc cosas de mujeres después gime que si, que no, que lo hizo pero no lo hizo que sufria que gozaba etc etc Goma comprenda bien una vez por todas que el asunto de la traduccion es muy delicado. Y yo no pienso perder tiempo en correcciones, sacaselo de la cabeza.
El 8 de enero estreno del CASA en el teatro Recamier, recibi carta de Lavelli, diceme finalmente terminaremos por imponer la obra sin duda alguna en Francia Suiza y Belgica en cuanto a Ivona estoy ya en tratativas con el Theatre de Lutece para realizarlo en octubre. El 64 sera el año de Gombrowicz para el teatro parisino. No pierda confianza en el teatro, es un genero que Vd. domina admirablemente y muy pronto sus obras seran representadas en el mundo entero Transcribo para que goze, pues temo que poco tiempo queda para gozar de estas palabras.
Arnesto asustadisimo porque parece que Nadeau se ofendió con él y suplicandome para que intervenga en su favor. Por lo tanto mande al Asnito unas palabras de presentación. Veo Goma que se defiende ante Arnesto, significa que estápor sucumbir...
Estuve con Steinbeck (Nobel), algo aburridor que digamos...
En el Litterarische Colloquium tuve una charla con gran éxito
Cena en el Schloss Charlottenburg con Willy Brandt
Cena con la Comtesse Matouschka
En el Zuntz mi grupo es: Kukik, (estudiante polaco, muy bien), Susana (polaca) Eve Bechmann (alemancita, bombom), Piers Read (inglecito, 21 años, hijo de Sir Horace, muy distinguido) Joaquin (hijo de puta le voy a mandar a la mierda) Holzer (poeta austriaco) Berlevi (viejo futurista). Y otras personas. Aquí no hay problema de la escasez. Tambien Benrath, frances, pintor, Joaquimides, griego, la chica Haas de la Ford.
Goma acaso recibio las nuevas postales que le mandé? Parece que los ataques de la prensa polaca bolche disminuyeron, pero Ada me aconseja de postergar mi llegada a B.A. quedandome en Uruguay pues los polacos alli andan enfurecidos y quieren romperme los huesos. Que nacion!
Observe Goma que ya son 257 dias de mi NAVEGACION y 220 de BERsee (mar de Berlin) según mi DIARIO DE NAVEGACION. Quedan 145 dias de BERsee. Paczowska encantadisima con mis diarios sobre Paris y tambien Mrozek lo mismo. (me dicen desde Italia).
Salú, Goma, salú
Berlín, 13 de enero de 1964
No, no, Goma, no, o mejor dicho sí, sí, tendrá pieza y camita y comodidades pero en La Plata en la casa de Flor que la alquilaréposiblemente entera. De modo que, agarrando el tren de 7 de la noche el viernes podra pasar con nosotros horas inolvidables hasta el tren de las 10 de la noche del domingo. A Vd. tambien le hara mucho bien cambiar de aire; tanto como cambiar de ideas.
Ya le decia en la otra carta que no pierda tiempo argumentando conmigo, tratando de concencerme, comprenda Goma que estas son ingenuidades. En general admiro su desvergüenza pues para confesar que se escribe una carta 3 o 4 horas con borrador previo hay que en verdad ser cara dura. Me imagino la risa de Flor de Quilombo. Yo no me explico como Vd. tan superior en tantas cosas cae con tanta facilidad tal un avion en pozos de aire.
Que es lo que pasa con los 2.500 que sacó de la Sudamericana? Acaso están todavia en su bolsillo? Creo que el Mufado Grinberg esta ofendido o amargado conmigo, trate Goma de disipar las nubes, explicandole que soy amigo de la joda.
Es extraordinaria la admiracion que me toenen aqui y el dominio espiritual mio. Todos los de la Ford estan a mis pies. Para el joven Piers Read, hijo de Sir Horace, soy Dios. Lo mas eficaz resulta mi odio a la pintura. La noticia que soy enemigo mortal y destructor de TODA la pintura corre por todos lados y me da una como quien diria aureola.Los pintores estan encantadisimos y me admiran sinceramente.
Lo felicito por sus compras, evidentemente es lo mejor que se puede comprar en Buenos Aires.
Yo hace tiempo ya no compro zapatos y corbatas, en cambio adquirí ultimamente una Scott Robinson, dos Cook, un paraguas corto italiano, guantes blancos, echarpe negra de seda y otra rosada, un Borsalino negro y un Frymouth color raton.
Que cosa Goma con sus sugestiones, su pequeño trabajo de topo, sus insinuaciones respecto a los departamentos que regala el viejo. Dificulto sin embargo que Flor se case con la valija en primer lugar porque la Valija esta enamorada de otra persona y en su ultima me cuenta Florquilo que cuando le contó lo de mi diario de Despedida y que la mencione, lloraba desesperadamente. Pero ademas porque Flor teme mortalmente al matrimonio por lo menos con la Valija.
Observe cuanto un persona inteligente puede poner en pocas lineas. Se hace parrafos no muy largos con cambios de tema y ya está. En cambio una persona poco inteligente sigue con sus exposiciones y por lo tanto escasean las noticias.
Mañana la premier del CASA. es cosa seria, eleve las prezes al Todop. porque tengo malos presentimientos. Lavelli el regisseur me escribio diciendo... mas creo que ya lo conté en mi ultima.
Poca cosa ocurrió, durante las fiestas afloja el puso de los acontecimientos. Flor escribé que lo conmovió tanto como un trueno el Diario que le leyó Vd, yo apostaría a que miente pirque cuando se lee uno no escucha y no oye bien y mira alrededor etc.
De Vd p.e. dice Goma tambien temblaba sin poder disimular, ciertas sensaciones que se experimentan mas allá del mero placer estetico, su voz era abundante en palabras (como siempre)... pero se volvia timida, , con un tono de confesión... que a duras penas podia contener... Ayyy maestro, tal fué el dia 28 de diciembre
Ayyy maestro lo considero magistral. Ahora digame Goma: será cierto que se conmovieron tanto?
De Paris nada. Silencio mortal.
LA IDENTIFICACIÓN DE LOS APODOS Y DE LA ACTIVIDAD
ABANDERADO; Eduardo Belgrano Rawson; escritor
ABEJA REINA; María Esther Vázquez; editora de la Fundación Victoria Ocampo
ALEMÁN; Enrique Wendt; amigo
ACEITOSO; Marcelo Damiani; escritor
ÁGUILA DE MÉXICO; Héctor Manjarrez; escritor
ÁGUILA QUITEÑA; Omar Ospina García; editor de Búho
ALFAJOR; Juan Forn; escritor
ALTER EGO; Carlos Mastronardi; escritor
ASIRIOBABILÓNICO METAFÍSICO; Jorge Luis Borges; escritor
AVECHUCHO; Omar Ospina García; editor de Búho
ASNO; Jorge Di Paola; escritor
BEDUINO; Allub Mansur; sociólogo
BESTIA CATALANA; Beatriz de Moura; editora de Touquest
BIBLIOTECARIO; Michal Jagiello; bibliotecario
BOXEADOR AMATEUR; Abelardo Castillo; escritor
BOXITRACIO; Juan Terranova; periodista
BUCANERO; José Tono Martínez; tutti frutti
BUEN SAMARITANO; Daniel Gigena; tutti frutti
BUEY CORNETA; Alan Pauls; tutti frutti
BUHONERO MERCACHIFLE; Miguel Grinberg; periodista
BURÓCRATA; Tomasz Pindel; Instituto del Libro de Polonia
BURRO; Pablo Gasparini; escritor
CAGAMÁRMOLES; Francesco Cataluccio; escritor
CAMALEÓN; Eugeniusz Noworyta; embajador de Polonia
CASANOVA; Daniel Guebel; escritor
CEBOLLITA; Rafael Cippolini; editor de Ramona
CIENTÍFICO DE ADROGUÉ; Ricardo Piglia; escritor
CIENTÍFICO DE CRACOVIA; Jerzy Jarzebski; tutti frutti
COLIFATA; Beata Fabjanska; diplomática
COLIFATO; Witold Gombrowicz; escritor
CONDESA; Cecilia Benedit de Debenedetti; editora musical
CONSIGLIERE; Ana Quiroga; la seductora del MALBA
CONTRAFAGOT; Abelardo Castillo; escritor
CORIFEA; Klementyna Czernicka; escritora
CORIFEO; Louis Soler; tutti frutti
CORNELIO; Guillermo Saavedra; editor de Losada
CORTESANA; Justyna Myszkowska; estudiante
CUENTAMUSAS; Nicolás Hochman; editor de Prometheus
DANDY; Adolfo Bioy Casares; escritor
DOLCE; Gabriella D’Ina; editora de Giangiacomo Feltrinelli
DRAMATURRO; Humberto Riva; dramaturgo
EMIR DE LAS INTRIGAS; César Aira; escritor
ESPERPENTO; Alejandro Rússovich; discípulo
ESQUIZOIDE; Rodolfo Rabanal; escritor
FARSANTE AMBULATORIO; Juan Pablo Correa; periodista editor de Negra
FILÓSOFO PAYADOR; Juan José Saer; escritor
FINADA: Alicia Giangrande; pintora
FLAUTA TRAVERSA; Juana Emilia Molina; escritora
FLOR DE QUILOMBO; Mariano Betelú
FRANCOTIRADORA; Laura Estrin
GALLEGA MICIFUZA; Agata Podemska; filóloga
GANSO; Gabriel Báñez; escritor
GATH Y CHAVES; Milton Eugenio Rodríguez; escritor
GNOMO PIMENTÓN; Germán García; tutti frutti
GRAN SOMBRA; Rita Gombrowicz; viuda
GUITARRÓN; Luis Chitarroni; editor de Sudamericana
HASÍDICO; Dominique de Roux; editor y escritor
HERRERO; Jorge Herralde; editor de Anagrama
HIERÁTICA; Mercedes Güiraldes; editora de Emecé
HOMBRE QUE CAZABA MARIPOSAS; Bohdan Zadura; editor de Tworczosc
HOMBRE UNIDIMENSIONAL; Rodolfo Fogwill; escritor
HOMÚNCULO; Alejandro Vaccaro; empresario
HORMIGUITA VIAJERA; Gabriela Franco; editora de Norma
INDIECITO; Roberto Santucho; revolucionario
INGENIERO FIREIRE; Juan Carlos Ferreyra; ingeniero
INTERMEDIADO CONTRADICTOR; Hugo Savino; escritor
INTERMEDIARIA; Juana Emilia Molina; escritora
KOLYA; Nicolás Hochman; editor de Prometheus
LADRÓN DE GALLINAS; Álvaro Mata Guillé; tutti frutti
LARGUIRUCHO; Grzegorz Pacek; cineasta
LECHUGUINO; Juan Carlos Vidal; Instituto Cervantes
LENTEJA; Piotr Sommer; editor de Literatura na swiecie
LICENCIADO VIDRIERA; Enrique Butti; periodista
MADAME DU PLASTIQUE; María Swieczewska; química
MAESTRO CIRUELA; Carlos Roberto Morán; escritor y periodista
MAFIOSO; Cristián Costantini; mafiosa
MALTRATADO; Rafael Toriz; escritor
MANCO; Guillermo Saccomanno; escritor
MARIPOSÓN; Nestor Tirri; periodista
MENTECATO; Hugo Savino; escritor
MONO RELOJERO; Patricio Burbano; escritor y cineasta
MUDA; Malgorzata Nycz; editora de Wydawnictwo literackie
NEGROIDE PIQUETERO; Damián Ríos; editor de Interzona
NÉMESIS; Ewa Zaleska; traductora
NIÑO RUSO; Sergio Pitol; escritor
ODALISCA; Anieszka Babicz; filóloga
ORATE BLAGUER; Enrique Vila-Matas; escritor
PACIENTE; Eduardo González Lanuza; escritor
PADRE; Rodolfo Alonso; poeta
PADRINO; Eduardo Costantini; capo de tutti capi del MALBA
PATO CRIOLLO; César Aira; escritor
PAVO; Ricardo Nirenberg; escritor
PEGAJOSO; Franco de Peña; cineasta
PEQUEÑO K; Rajmund Kalicki; traductor, escritor y editor de Tworczosc
PERDULARIA; Izabela Kaluta; tutti frutti
PERVERSO; Edgardo Russo; editor de El cuenco de plata
PIADOSO; Czeslaw Milosz; escritor
PÍCARO; Marcelo Cohen; escritor
PITECÁNTROPO; Stanislaw Stefan Paszczyk; embajador polaco
PITOLINA; Adriana Astutti; editora de Viterbo
PITUFA; Adriana Gómez; mi hija
POETISA IMPENITENTE; Tamara Kamenszain; escritora
PORCUS HUNGARICUS; Mihály Dés; editor de Lateral
PRETEXTO; Manuel Borrás; editor de Pre-textos
PRIMA; Krystyna Rodowska; escritora
PRÍNCIPE BASTARDO; Konstanty Jelenski; tutti frutti
PROHOMBRE; Hugo Beccacece; periodista
PROTOSERES; los editores
PTERODÁCTILO; Ernesto Sabato; escritor
PULGÓN; Santiago Alonso; lector
RÉGISSEUR FANFARRÓN; Jorge Lavelli; regisseur
REVÓLVER A LA ORDEN; Tomás Abraham; escritor
ROSADO; Nicolás Rosa; escritor semiótico
SECRETARIO; Arnol Kremer; escritor
SEDUCTORA IMPENITENTE; Adriana Fernández; editora de Emecé
SOCIALISTA; Alberto Díaz; editor de Planeta
TERRORISTA; Adrzej Czub; cónsul de Polonia
TRAVESTI; Enrique Butti; periodista
VACA; Jerzy Jarzebski; tutti frutti
VACA SAGRADA; Rita Gombrowicz; viuda
VASCA; Sylvia Yparraguirre; escritora
VATE MARXISTA; Ricardo Piglia; escritor
VIEJO VATE; Henryk Bereza; crítico poeta
ZORRA; Laura Isola; periodista
ZORRO; Slawomir Ratajski; embajador de Polonia
comentarios:
14:29
hay un perramus que me persigue y me siento lo suficientemente resentido social como para derribar edificios a pedos.
La cosa empezó por ponerme a disposición de los demás: "Puedo quedarme en casa o tal vez salir. Decime"; y los demás se pusieron a dormir con los culos protegidos por pañales paneles panales de abejas.
La cita era con un oportunista y lo literario fue a balazos.
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