Una linda velada

Una linda velada

Cumplí 18 años y fui a conocer a mi padre. Tomé un bus a Río Gallegos, Argentina. Lo fui a conocer. Lo había visto un par de veces cuando chico. Tenía una serie de comentarios adversos, principalmente de mi madre. Entonces lo fui a conocer. Alguien no sé quién, me dijo que trabajaba en el puerto. Fui al puerto. Al puerto de Río Gallegos. Al primer tipo que encontré le pregunté por Raúl Vera Vargas. El primer tipo que encontré me dijo: "Ese que está ahí, es Raúl". Me presenté. Nos dimos las manos y un abrazo. En todo momento fue muy atento conmigo. Yo con él también lo fui. Me invitó a su casa. Siempre muy atento. Conocí a su mujer y a sus hijos. Cenamos. Siempre atento. Me pareció un buen tipo. Su mujer una señora muy agradable, respetable. Una linda velada. En un momento determinado quedamos solos. Me comentó que probablemente yo no sea su hijo. La verdad que lo estaba pasando tan bien que no me importó.

comentarios:

Trejo curte cáncer, por eso tiene aspecto de caspa volátil que luego de hablar se convierte en humo y deja la ropa apilada sobre la silla.
Yo no lo veía desde una cena que él convocó hará cosa de 15 años al elenco original de "Libertad y otras intoxicaciones" (los que por entonces vivíamos y fuimos) y allí aún bebía vino y pretendía que las niñas hermosas le besaran el culo. En el reencuentro con él el otro día, Mario era una crisálida que entre varios, transportaban.
Desde aquel Di Tella, lo tomé como un padre. Un padre al que le hice caso. No como con mi padre biológico con el que mi forma de amarlo, fue oponérmele.
En el homenaje del otro día, éramos millones de abejas revoloteando alrededor de Trejo. En un momento en el que tenía a Mario abrazado por el hombro, un pelotudo me preguntó:
"¿Así que trabajaste con Mario en teatro?".
Contesté: "Si.Fue mi maestro. Siempre seguí sus enseñanzas -mi interlocutor me regaló una sonrisa colmada de millones de dientes blancos. Entonces hice un gesto cómplice de sapiencia asumida y confirmé-... Así quedé".