Sucinta biografía de Alessandro Rambaldini

Sucinta biografía de Alessandro Rambaldini


Ustedes conocen casi todo de mí. Y un poco más. Incluso algunos me conocen personalmente. Otros a través de Google, la filatelia o del horóscopo chino. Pero esta no la tienen. Qué va. Imposible. Les cuento. Me llamo Alessandro Rambaldini. Hijo y nieto de marinos genoveses. Mi abuelo llegó a Puerto Natales en la década del treinta con mi padre aun pequeño. Crecí en medio de barcos que mi abuelo, mi padre y yo construimos. Además de marino, mi abuelo fue domador de caballos. Mi abuelo enviudó y se volvió a casar con una princesa kaweskar. Luego trabajó en las minas de carbón de Río Turbio. En los lavaderos de oro en Tierra del Fuego. Combatió en la Segunda Guerra Mundial. Regresó a Puerto Natales en donde murió el 5 de julio de 1951. Yo no le llego ni a los talones a mi abuelo. Él era verdaderamente un grande. Un pionero. En alta temporada yo trabajo en turismo. Esta historia se las cuento a las gringas con las cuales me acuesto. En temporada baja, soy Nano, el almacenero de la esquina. Nieto e hijo de nadie.

10 comentarios:

Anónimo dijo...
01:15
 

Quiero fumar la que fuma Hugo

Nestos momentos estoy trabajando (mentalmente, sinrazones del recuerdo, lo más posible es questo quede en el olvido encefálico o la regurgitación craneal)en "Recuerdos del poeta Hugo Vera Miranda cuando vendía libros en el parque Rivadavia".
Si llego a construirlo, ¿lo pondrías bajo la iluminación de Inmaculada?

En una de esas entramos en tratativas querido Joe. Un abrazo.

Anónimo dijo...
23:20
 

Y yo con los recuerdos de mis adicciones. A Hugo Vera que tiene un local-tienda en el paraíso.

El confuso desenlace de las adicciones

Tenía el hábito de comprar Coca Cola para todo tipo de ocasión, que para las visitas, que no hay jugo, que la tubería se tapó, que por la felicidad, que sirve para dopar y desvelarse. Las vecinas me decían “Échele un vasito de coca-cola con detergente y eso afloja, eso se lo quita”. Y yo siempre iba al único lugar que vendían productos coca cola. Allá, atravesando la cuadra, la calle, la esquina, la avenida para comprar un litro de coca-cola, en el Micromercado "Laura". Una vez Laura, la chica que atiende el Micromercado me dice que siempre vengo sudando, agitado y que solo le pido Coca-Cola. Ella me sonríe, yo le sonrío y me despacha con la frase: ¡Que vuelvas!



Y así fue, todos los días Coca–Cola, que para las visitas, que no hay jugo, que el comercial de las Hamburguesas dicen que deben acompañarse con Coca-Cola, que Nicole Kidman toma Coca-Cola, que las chicas Coca-Cola, que la Coca-Cola lo uno, que la Coca-Cola lo otro, Y todos los días yo al Micromercado, atravesando la cuadra, la calle, la esquina, la avenida para comprar un gran contenido de Coca-Cola. Llegaba sudando agitado, ella me sonreía, yo le sonreía, y me despachaba con la misma frase: "¡Qué vuelvas!", Una, y otra, y otra vez. Todos los días haciendo deporte con la bebida en la mano hasta hace un mes que el médico me aconsejó dejar de consumir Coca-Cola por el bien de mi salud, Y ahí terminó todo. Fue un momento muy difícil, no podía dejar de pensar en otra cosa que no fuera Coca- Cola, que encontraron a Britney Spears desnuda con una lata de Coca-Cola, que la Copa Coca-Cola, que un arbitro fue golpeado desde la tribuna con una lata de Coca-Cola y suspendieron el partido, que el Pibe Valderrama toma coca-cola con papas margarita, hasta creí ver pasar una propaganda de Coca-Cola en el Show de las estrellas, pero un día me mame, y comencé a tomar agua, agua y más agua, el baño y el agua eran mis actividades primordiales en el día y nunca más volví a saber de la Coca-Cola hasta Ayer, - día feriado – en que salí a comprar pimienta para una cena especial y conmemorar el día de la independencia de Colombia. Al encontrar las tiendas cerradas fui hasta el Micromercado de Laura -el único lugar que venden productos cuyo nombre no quiero mencionar ahora. Con el temor que un adicto experimenta al ver su adicción al frente. Entro al lugar tímidamente, saludo a Laura, le pido $200 pesos de Pimienta. Le expreso mi alegría de verla nuevamente y suspiro fuertemente. Laura me mira a los ojos, se acerca, me toma de las manos y me dice: "Lo sabía, sabía que no venías solo por la Coca-Cola, tan solo venías a verme“. Desde ese momento comprendí lo confuso que llegan a ser las adicciones.

Un abrazo Simone. Es lo que me hubiese gustado escribir a mí. Lo confuso que pueden llegar a ser las adicciones.

¿Ves?
El colaboracionismo biográfico trasciende terapias.
La adicción a la Coca Cola de mi hermano (6 años mayor que yo), lo llevó a pesar cerca de 200 kilos.

Yo en mi blog, dejo trasuntar una serie de "realidades" que son mentira (fotos incluidas).
Libertad equivocada.
siempre son "otros" los que te exigen "desnudez" "crudeza", simplemente veracidad. "simplemente sangre".
Pues Oscar Wilde existe.

a veces, yo tambien me kisiera una vida asi...distinta...por unos segundos sikiera...

Anónimo dijo...
14:21
 

Es lo que hubiese querido Laura.

Hugo necesito veinte tabletas de Tamiflú tipo exportación directo a Santa Marta-Colombia. Si es posible, puede tramitar la exportación con la Embajada del Ecuador. Ellos se encargan de cubrir los aranceles. Llega al sur del Colombia. 4 tabletas para el comandante revolucionario. 6 tabletas para el presidente Correa. 3 para el juez de quito. 4 para el presidente Chávez y 2 tabletas para el pibe del flete hasta Santa Marta.

Esta Gripa nos está arrinconando a todos.

PD: Favor despachar 18 tabletas de 'Estricnina' con el empaque de Tamiflú, y dejar dos tabletas originales con el empaque de algún Cianuro.

Gracias.

Un Abrazo Hugo, te debo una.

Va todo Simone, va todo. Envuelto en papel celofán. La gente afectada de acá te manda saludos y reza por tu recuperación. Dicen que no te fajes, que es malo. Un abrazo.