Vacaciones en Europa

Vacaciones en Europa

Fue con Antonio que descubrí el asunto. Vino un día a casa y me contó su problema. Había terminado con Soledad. Estaba abatido. Destruido. Soledad se había marchado con Rubén, su mejor amigo. Cinco años de relación se fueron al quinto infierno. Antonio temblaba. Me habló de hacer un viaje sin retorno. Quería desaparecer completamente. No soportaría un día más. Estaba decidido. Poco a poco lo fui calmando. Puse algo de música, le serví un vaso de vino y conversamos. Le hablé de Marcel Schwob Del Libro de Monelle de Marcel Schwob. Que trata de la relación que mantuvo Marcel Schwob con una pequeña prostituta parisina. Y de lo que ella le enseñó. Le hablé sobre el libro. Yo era Marcel Schow hablándole a Antonio. También era Monelle. Y le decía que todas las cosas, lo bello y lo terrible, pertenecen al reino de la fugacidad. Que nada perdura. Que hay que entender que aquella mujer que te amó, que juró amarte, hace apenas cinco minutos, que juró amarte, ha dejado de hacerlo. Por incomprensible que sea, es así. Que no podemos cambiar la historia de un sentimiento. Que no está en nuestras manos hacerlo. Que todo aquello que perdura con el tiempo hiede. Que no vuelva a mirar aquellos escombros del pasado. Que el camino promete una fuente inagotable de nuevos horizontes. Que debemos crear dioses nuevos, que necesitaremos conformes avanzamos. Que debiera sumergirse en vivir el momento. Sobre todo eso, el momento, más que lo pasado y el futuro. Existe el momento. No otra cosa. El momento. Todo amor que dura es odio. Que aproveche el momento. Luego le dije a Antonio que sea sincero. Y le cité a Roberto Arlt cuando escribe en Aguafuertes Porteñas, sobre la terrible sinceridad. Que diga lo que tenga que decir y no tema. Que siempre desnude su corazón. Que arremeta frente a todo con la terrible sinceridad. Que no tema. Que debe decir las cosas como son, sin lisonjas, ni edulcoraciones fatuas. Hablar de frente. Decir lo que siente. Luego volví al Libro de Monelle. Y le hablé de la felicidad. Le dije que toda felicidad que dura es desgracia. Que no venimos al mundo para ser felices. Que la felicidad no nos hace ser felices. No todo el tiempo. Que debemos conocer el viento para saber de una mañana apacible. La tempestad y la calma. Luego cité textualmente el libro. No digas: ahora vivo y mañana moriré. No dividas la realidad entre la vida y la muerte. Di. Ahora vivo y muero. Luego le serví otra copa de vino. Ya lo noté mejor. Se llevó el libro de Marcel Schwob. También el libro de Roberto Arlt. Aquello lo salvó. A la semana siguiente me vino a ver. Era otro. Posiblemente el mismo de siempre. No lo sé. Pero era evidente que ya no pensaba hacer el largo viaje sin retorno.

Y fue así como descubrí el asunto. Porque luego vino Roberto, Santiago, María, Alejandro. Gente que yo conocía. Gente que tenía problemas. Luego vino una señora que trabajaba en una fábrica. Una profesora jubilada. Un comerciante en telas. Un ingeniero químico. Y me contaban sus vidas. Sus historias. Sus pequeños o grandes logros. Sus tristezas definitivas. Todos ellos salían con libros bajo el brazo. Les recetaba, según el caso, un Borges por la mañana y un Kafka por la tarde. Una semana de Gonzalo Arango. Tres días de Vallejo. Un mes de Marcel Proust. Una Temporada en el Infierno. Siempre quise ser un emprendedor. Y por fin lo he logrado. La terapia a través de los libros. De la lectura. Y en eso estoy. Tres pacientes al día a cincuenta euros. De lunes a viernes son 750 euros. En el mes son 3.000 euros. En el año son 36.000 euros. Pero en verdad, el dinero es lo que menos me importa. Lo verdaderamente importante de todo esto, es que me ha servido para deshacerme de libros, que jamás tendrían que estar en mi biblioteca. Además de vacaciones en Europa.

3 comentarios:

miles de años de padecimiento concluyen con "Todo amor que dura es odio",soy un hombre nuevo hermano!


n.

La literatura-terapia, puede llegar a ser la mejor medicina para el alma. Gracias Hugo por los libros recomendados... que aun no me leo.

(lo de los cuernos, era una humorada hace 1 año y medio atras. Nunc amas me tomo una foto asi!)

Me pasa al contraio; libro que leo me caga, pelis que veo me hace creer que esas ficciones no me tocarán jamás.A donde está la terapia? Pa mi, en no darle vueltas al asunto.
De cualquier modo, jamás vi citado o imaginado a Arlt-el de los gatos fritos-haciendo terapia...ja!
Me gustó este relato de puntos seguidos recomendado por n.