Yo soy Madame Bobary
H
arto de que me pregunten dónde vive la señora que saca la suerte, le dije un día a la consultante que yo era la señora que sacaba la suerte. No puede ser, me dijo. Usted no es una señora. No se crea le respondí, usted me ve así, medio pelado, calvo y viejo, pero sé transformarme. Será de dios me respondió. Luego me preguntó cuándo atendía y mis honorarios, le dije que a partir de las cuatro y que sólo cobraba diez mil pesos. Me dice que está bien, que vendrá justo a las cuatro. Ya no había vuelta atrás. Me arreglé como pude y la esperé. Me puse la falda rosa de mi abuela y usé todo el carmín de mi novia venezolana. El gorro boliviano de mi hijo me vino a la perfección. La esperé como se espera a la primera novia. En verdad estaba muy excitada. Es que ya pensaba y hablaba como la mujer que saca la suerte. Y llegó. La hice pasar y pronto me entregó la suma acordada. Ya tenía la vela y el incienso funcionando. También un Cd de Stockhausen corriendo. Me cuenta que ella sabe que le están haciendo un mal. Cree que es la cuñada de su hermano del medio. Que está segura de aquello. Que es una cuestión de envidia. Que a ella todo le va bien y a su cuñada todo le va mal. Que un tiempo a esta parte, le han salido tres granos en el culo. Que la doctora Marcela Grunert no ha dado con la solución. Para no ver su culo y sus granos, le digo que hace tiempo, también vino otra señora con el mismo problema. Que yo se lo había resuelto. Que no se preocupara. Que había llegado ante la persona adecuada. Fui al almacén y le traje Baba de Caracol. Una mierda de pomada que me había vendido Don Mauricio, un judío errante que vende baratijas. En aquel instante me acordé de mi amigo Raúl. Un día le pregunté a Raúl cuál era el secreto de conquistar tres mujeres en una semana, me contestó que se debía a dos cosas, la primera era tener pensamiento positivo y que la segunda era rezar. Vuelvo donde la consultante y le digo que se frote los granos en el culo con Baba de Caracol. Que lo haga tres veces al día, mañana, tarde y noche, que tenga pensamiento positivo y que rece. Me preguntó si aquello sería realmente efectivo. Le digo que tenga confianza. Le reitero que tenga pensamiento positivo y que rece. Le pregunto si no ha pensado alguna vez en matar a su cuñada. Me dice que sí, que lo ha pensado. Le digo que bueno… que ese es otro precio. Me da las gracias, se despide y se va. Cerré el almacén. Ahora soy Madame Bobary y atiendo de cuatro a ocho.
comentarios:
23:50
Interesante...
¿Será posible que mis males sean producto de la envidia ajena?
Un día de estos la voy a consultar, madame
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