Somos esa canción que nadie escucha
Me pasa a buscar para ir a un bar y vamos a un bar. Caminamos veinte minutos hasta llegar al bar. No nos hablamos hasta llegar al bar. Nos sentamos y no nos hablamos. Pedimos un par de tragos. Más bien le señalamos al dependiente lo que queremos y nos trae los tragos. Luego vienen dos mujeres a sentarse a nuestra mesa. Por señas nos piden sentarse en nuestra mesa. También por señas piden sus tragos. Bailamos en silencio. Él se acomoda con una. Yo me acomodo con otra. Hay un negro en el piano que toca el piano. No sabemos lo que toca. No se escucha. Luego bailamos. Él acaricia a su chica y yo acaricio a la mía. El local está lleno de gente. Un tipo se trenza a golpes con otro. Un borracho vomita sobre el mesón. Vemos que llega la policía. Nos piden por señas los documentos. La policía silenciosamente desaparece. La chica que está conmigo me invita a su pieza. Subo y hago el amor con ella. Luego vuelvo a casa sabiendo que nunca más podré comunicarme con ella. Con nadie. Que nadie lo hará conmigo. Que soy un velero cósmico interestelar. Que estoy solo. Que todos lo estamos. Que cuando dormimos, dormimos con nadie. Que cuando hacemos el amor, lo hacemos con nadie. Que somos hijos de la bruma y del viento. Hijos de la velocidad de un espermatozoide. Luego duermo. Despierto. Escucho una canción que no escucho. Que nadie escuchará. Jamás.
3 comentarios:
08:40
Creo que a los 60 aprenderé a dibujar.
A los 70 aprenderé a reconocer los colores de las cosas.
A los 80 dejaré de correr y aprenderé a caminar.
A los 90 comenzaré a volar.
A los 100 sabré cuál es el sentido de la vida.
A los 150 conoceré la trascendencia y la intrascendencia.
Y descubriré el mundo.
Tus textos son excelentes.
Ricardo, desde el otro lado de la Cordillera, en el borde.
09:01
Un gran abrazo amigo.
hugo
16:37
Tus textos son excedentes.
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