Cementerio de Puerto Natales.

Un día fui con Laura y Manuel a la casa de Andrea,
el marido de Andrea trabajaba en Río Turbio
por tanto aquella noche sería nuestra noche,
llevamos manjares-licores y pusimos música.
Éramos jóvenes y el mundo giraba a nuestra disposición,
feromonas flotando en todas direcciones, esa manera
de sabernos dioses arrogantes y definitivos.
Todos alabamos la hermosa casa de Andrea,
era enorme y cabía un escuadrón de caballería,
cantamos-bailamos y de a poco
nos fuimos despojando de lo innecesario.
Abrazaba y besaba a Laura y Andrea,
Manuel hacía lo mismo y todos hacíamos lo mismo,
luego a eso de las tres nos fuimos a la cama,
en el momento que paso de estar con Laura
para estar con Andrea entra el marido de Andrea.

Según contó a la policía el marido de Andrea,
fue por una corazonada que regresó a casa.
Recibo cuatro balazos de una Glock 17C,
uno entra en mi costado y no es mortal,
otra en la ingle, uno en la rodilla
y otro en el parietal derecho que me mata.
Ahora estoy en el cementerio de Puerto Natales,
tranquilo, meditando, sin frío ni calor, sin pagar impuestos.
Laura recibió un balazo que aun la mantienen postrada.
Manuel vende diarios en silla de ruedas.
Andrea esperó quince años por su marido,
salió de la cárcel y a los cinco meses la mató,
ahora Andrea está muerta a cuarenta metros de donde estoy,
no tengo mayor contacto con ella, ni con nadie.