Tenemos toda la muerte por delante

Tenemos toda la muerte por delante

Se ha cumplido un año más de mi muerte. Cada vez la gente me recuerda menos. Mi madre aun vive y es la que menos se acuerda de mi. Debe ser porque siempre estuvo lejos y casi ni siquiera fui su hijo. Un bastardo más de tantos. Lo decía Rimbaud. La terrible intuición de las madres. Lo más probable es que ni siquiera fui su hijo. Fui hijo del viento, la escarcha y de algún extranjero de paso. En el diario local aparece mi foto y un poema. Un año más. Es invierno y nadie visita mi tumba. Estoy solo. Como antes cuando estaba. Las cosas son así me dicen los muertos con los cuales me llevo mejor: también a nosotros nadie nos visita. Es lo que pasa les digo. No tenemos que preocuparnos por eso. Tenemos toda la muerte por delante. Están todos de acuerdo. No debemos preocuparnos. Aparte todas esa flores de mierda de plásticos barato. Y esas manos que limpian el vidrio del mausoleo. Esas manos que limpian para ver nuestra foto. Esa foto en donde aparecemos sonrientes para siempre. Estamos todos de acuerdo en que estamos en el mejor lugar del mundo. Ya nunca más deberemos abrocharnos la camisa.

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