Epoca de elecciones en Chile. Todos los candidatos son maravillosos. Es gente que trabaja para la gente. Seres especiales. A todos les daría mi voto. Nos representan absolutamente. A todos ellos los invitaría a mi casa. Son sinceros. Honrados. Espléndidos. Cultos. Van a trabajar por el engrandecimiento del país. Por los más humildes. Por todos nosotros. Los que no tenemos nada. Los desposeídos. Solo piden nuestro voto. La cosa más simple del mundo. Nuestro voto. Nada. Estoy encantado con todos ellos. Son los mejores. Cada uno de ellos me representa. Tanto los de derecha, los del centro y los de izquierda. También los independientes. Me representan. Vivo en el mejor de los mundos. Es gente capacitada. Han acaparado mi atención. Podría votar por cualquiera de ellos. Me da exactamente lo mismo. Es que todos son muy buenos. Los mejores. Veo día a día sus afanes. El de hacer un Chile próspero y mejor. En donde todos seamos los beneficiados. Trabajarán todo el tiempo en darnos garantías impensadas. Viviremos en un mundo mejor. Su bandera de lucha es el bienestar de los ciudadanos. Su bandera es mi bandera. Un Chile mejor unido y próspero. Enfrentaremos con fe el porvenir. Avanzaremos a pie firme en el concierto de las grandes naciones. Enarbolarán la bandera que preanunciaban nuestros padres de la patria. Estoy verdaderamente encantado con todos ellos. Ya me he puesto a su disposición. Para lo que sea. También yo quiero colaborar. Yo también soy altruista. Tampoco pido nada. Lo mínimo. Puede ser una embajada en Francia. Agregado cultural en Italia. Por último en Argentina. Estoy a su disposición. Todo por el bien de mi país. De mi amado Chile. Votaré por todos ellos. Ellos también me botarán.