Era una buena chica

Era una buena chica

Era una buena chica y tuvo la mala suerte de encontrarse con el galán de turno. El galán de turno era un buen chico y tuvo la mala suerte de encontrarse con la buena chica. Una historia de tantas. Ella me contó su historia y él me contó su historia. Nos hicimos amigos. A veces venía ella a casa, a veces venía él a casa, a veces los dos venían a casa. Escuchábamos música, leíamos poesía y brindábamos. Se soportaban y yo los soportaba. Ellos también lo hacían conmigo.

La noche anterior a su partida, vinieron a casa y convertimos la biblioteca en una autopista de baile. Viajaban a un lugar más benigno que la fría intemperie de nuestros glaciares. Ahora sí que todo habría de cambiar. Frente a mis narices se juraron amor eterno. Ahora sí. Era hora. Todos lo creímos. Recuerdo haber bailado con un palo de escoba un tema de Patti Smith y beberme lo que quedaba de un vodka presuntamente polaco. Luego el viaje. Se marcharon. Luego lo que pasa siempre. Una postal. Un correo. Y poco a poco el olvido. Uno hace su vida. Etcétera.

Los noticieros. Siempre los putos noticieros encendidos en la casas. En las casas del pueblo. Recuerdo que estaba en compañía de un salmón con puré cuando dieron la noticia. Un 25 de diciembre.

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