Algunos tienen un yate

Algunos tienen un yate


Algunos tienen un yate. El de más allá tiene un perro. Otros un Lamborghini. Una mujer maravillosa. Una mansión por ahí. Un almácigo de cilantro. Más de alguno es dueño de un Club de Fútbol. Un ministerio. Hay alguien que tiene su propio Estado. Yo tengo un amigo. En verdad tengo pocos amigos. Pero quiero hablar ahora, de un amigo de los pocos que tengo. Ese amigo se llama Miguel Mazzeo. Es de Buenos Aires. Un tipo maravilloso. Extraordinario. Lo quiero con todo mi corazón. No lo veo hace como veinte siglos. Como veinte años o algo así. Y aquello en verdad poco importa. Cada día lo quiero más. En todo momento. En las circunstancias más tristes, más felices, más estrafalarias. Siempre está. Él siempre está. Miguel sin estar siempre está. En todo momento siempre está. En verdad quiero decir que lo amo. Con todo mi atrabiliario corazón. Amo a mi amigo. Como mi amigo es argentino, y observando ciertos códigos del lunfardo y otros códigos, le puedo perfectamente decir: Miguel, hijo de puta, no sabés lo que te requiero. Si él lee lo que he escrito de seguro entenderá. Luego dirá: yo también te requiero hijo de puta. Miguel, te amo con todo mi corazón. Amigo mío de mi corazón. Hoy que no se celebra nada. Que no es tu cumpleaños. Que no hay aniversarios de nada. Que no es el Día del Amigo. Que no es el día de nada. Y que el día está en calma. Que no hay viento. Te digo. Te quiero. Te quiero Miguel. Amigo mío de mi corazón.

0 comentarios: